viernes, 17 de septiembre de 2010

Crisis de los elementos esenciales de la cultura (I)

Estamos viviendo en la sociedad actual el interés por la cultura, o por todo lo relacionado con ella. Vemos como nuestros políticos se reúnen con algunos “intelectuales” y con ello parecen indicar que son progresistas, y defienden las posturas mas radicales si estas son refrendadas por los grupos “culturales” de moda. Pero yo me pregunto ¿Qué entiende la sociedad por cultura?.
Cultura es, ante todo, el mejoramiento intelectual y moral de la persona y el resultado de ese mejoramiento. Para ello debemos saber que la cultura esta conformada por tres elementos básicos, a saber: un conocimiento científico, físico y metafísico, que constituye el modo de representación y compresión del mundo; una técnica de aplicación de ese conocimiento para el uso de ese mismo mundo natural; y una forma de vida, adecuación de la conducta al orden de valores éticos. Mientras existe un equilibrio entre ellos, la persona o la sociedad que soporta y fundamenta dicha cultura va creciendo; basta sin embargo, la ruptura del equilibrio por atrofia de uno de ellos, para generar la crisis.
Si observamos la historia, a pesar de que muchos “progresistas” nos dicen que hay que mirar el futuro y olvidarse del pasado (así nos va), observamos que ningún acontecimiento histórico ha podido incidir tan profunda y positivamente en la sociedad y en las instituciones humanas como la venida de Cristo al mundo.
El Cristianismo ha aportado los elementos esenciales de la cultura. En efecto, invitó al hombre a operar sobre el Universo para dominarlo o señorearlo, como ya se dice en los primeros versículos del Génesis. Ha significado de hecho el perfeccionamiento más radical y profundo de la vida del hombre sobre la tierra; el cambio más hondo y positivo de la mentalidad y del corazón humano desde que el hombre existe.
El Cristianismo (la Iglesia) ha sido en todo tiempo la fuerza impulsora de la única cultura y civilización verdadera: del auténtico progeso de las ciencias físicas y metafísicas, de las costumbres, del Derecho, la Política y las artes. Esto es así, aunque los materialistas del mundo contemporáneo se empeñen tercamente en negarlo.
Hay dos conceptos ontológicos aportados por el Cristianismo: el de persona, que puede dar razón de si misma y el de libertad moral, esencial en la criatura humana (única e irrepetible que no puede ser explicada racionalmente sin tener en cuenta la razón suprema de su existencia: el amor), que puede tomar decisiones haciéndose responsable de ellas.
José Antonio Puig Camps

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